Patologías de altitud
Conjunto de patologías: Podemos encontrarnos con una serie de entidades de distinta gravedad, y en algunos casos de diferente etiopatogenia. El tratamiento más adecuado es el descenso rápido por debajo de la cota de los 3.500 m, por debajo de la cual no suelen aparecer.
|
Cuando nos referimos a la patología de altitud, podemos encontrarnos con una serie de entidades de distinta gravedad, y en algunos casos de diferente etiopatogenia, entre las que podemos considerar la Enfermedad aguda de las montaña (EAM), el edema agudo de pulmón de la altitud (EAPA) y edema cerebral de altura (Los cuales se publicaron en este blog por separados por la extension de su material didáctico) como las principales y más comprometedoras, no obstante en este capitulo se hablará en conjunto de forma resumida de otras patologías de las alturas como son: las hemorragias retinianas, el mal subagudo de montaña, el mal crónico de montaña, las psicosis de grandes alturas, y otra serie de patologías como las afasias transitorias, los embolismos pulmonares, etc, que en la altura tienen una entidad especial.
► Enfermedad crónica de las montañas
Se denomina también Mal crónico de montaña, Enfermedad de Monge o soroche crónico. Aparece cuando personas que residen habitualmente a grandes alturas, y que hasta el momento se habían mantenido bien aclimatadas a las bajas tensiones de oxígeno ambiental pierden esta aclimatación por diversas causas.
Es un síndrome raro, que aparece prácticamente solo en los indios del altiplano andino, y no ha sido descrito en los sherpas del Tibet. Afecta a adultos varones jóvenes por debajo de los 40 años, y que viven a altitudes por encima de los 3.000 m. Es probable que la causa sea una disminución de la sensibilidad del centro respiratorio hacia la hipoxia, por lo que aparece hipoventilación alveolar.
El cuadro comienza con disminución de la tolerancia al ejercicio, aumento de la fatiga, cefaleas, vértigo, parestesias y somnolencia. Pueden verse cianosis, acropaquias, hipertensión diastólica y signos de insuficiencia cardiaca congestiva. La hemoglobina y el hematócrito son muy superiores incluso a las cifras que ya tienen los nativos aclimatados, con descenso en la SaO2, vasoconstricción arteriolar pulmonar hipóxica y aumento de la presión arterial pulmonar hasta niveles cercanos a los 50 mm Hg.Todos los síntomas desaparecen con una temporada de permanencia en alturas cercanas al nivel del mar. El regreso de las cifras de hemoglobina y del hematócrito hasta las cifras habituales en los nativos aclimatados puede tardar dos o más meses. Con el regreso del enfermo hasta las cotas más altas los síntomas vuelven a aparecer, lo que suele suponer problemas laborales, familiares y sociales.
Dado que la patogenia fundamental parece ser la disminución de la respuesta ventilatoria del centro respiratorio al estímulo hipóxico, parecen de utilidad los estimulantes del centro respiratorio, como la medroxiprogesterona. También la acetazolamida, aunque este fármaco es de acción bastante fugaz. El tratamiento definitivo es el establecimiento de la vida del enfermo a cotas más bajas.
Es un síndrome raro, que aparece prácticamente solo en los indios del altiplano andino, y no ha sido descrito en los sherpas del Tibet. Afecta a adultos varones jóvenes por debajo de los 40 años, y que viven a altitudes por encima de los 3.000 m. Es probable que la causa sea una disminución de la sensibilidad del centro respiratorio hacia la hipoxia, por lo que aparece hipoventilación alveolar.
El cuadro comienza con disminución de la tolerancia al ejercicio, aumento de la fatiga, cefaleas, vértigo, parestesias y somnolencia. Pueden verse cianosis, acropaquias, hipertensión diastólica y signos de insuficiencia cardiaca congestiva. La hemoglobina y el hematócrito son muy superiores incluso a las cifras que ya tienen los nativos aclimatados, con descenso en la SaO2, vasoconstricción arteriolar pulmonar hipóxica y aumento de la presión arterial pulmonar hasta niveles cercanos a los 50 mm Hg.Todos los síntomas desaparecen con una temporada de permanencia en alturas cercanas al nivel del mar. El regreso de las cifras de hemoglobina y del hematócrito hasta las cifras habituales en los nativos aclimatados puede tardar dos o más meses. Con el regreso del enfermo hasta las cotas más altas los síntomas vuelven a aparecer, lo que suele suponer problemas laborales, familiares y sociales.
Dado que la patogenia fundamental parece ser la disminución de la respuesta ventilatoria del centro respiratorio al estímulo hipóxico, parecen de utilidad los estimulantes del centro respiratorio, como la medroxiprogesterona. También la acetazolamida, aunque este fármaco es de acción bastante fugaz. El tratamiento definitivo es el establecimiento de la vida del enfermo a cotas más bajas.
Este síndrome aparece en general a alturas superiores a los 5.500 m. Fue reconocido bastante tempranamente. Parece estar relacionado directamente con la rapidez del ascenso, y con un ejercicio agotador. Es muy frecuente hasta en el 50% de los alpinistas que rebasan los 6.000 m, aunque en general son asintomáticas. Su patogenia es también obscura, aunque se le reconoce causado también por la hipoxia mantenida. La angiografía con fluoresceína muestra la localización superficial de las hemorragias retinianas, y en todos los casos se encuentra marcada dilatación tanto de las arterias como de las venas. Esta dilatación ha sido encontrada por algunos investigadores en prácticamente todos los sujetos expuestos a la altura, y se considera una respuesta "normal" a la hipoxia. La oftalmodinamometría ha mostrado en ocasiones aumento de la presión vascular retiniana, pero ello no es un hallazgo constante. La microdensitometría computarizada encontró una vasodilatación en la hipoxia y una cierta vasoconstricción durante el ejercicio en los sujetos antes del ascenso. Tras la aclimatación, el mismo ejercicio en la altura constreñía las arterias pero no las venas. Un ejercicio adicional en unos vasos ya hipóxicos dilataba excesivamente tanto arterias como venas, en comparación con lo encontrado antes del ascenso. Una gran parte de los casos muestran además exudados algodonosos acompañando a la hemorragia. Tras un ejercicio extenuante con ergómetro, se han encontrado hemorragias frescas, con una incidencia que alcanzaba a casi una quinta parte de los expuestos. En un porcentaje bajo de casos, la hemorragia se da precisamente en la zona macular o perimacular, y la visión empeora francamente, dejando secuelas permanentes.
El tratamiento más adecuado es el descenso rápido por debajo de la cota de los 3.500 m, por debajo de la cual no suelen aparecer.a
| |
► Trombosis venosa
Es relativamente frecuente. Parece que su patogenia puede deberse a la poliglobulia, la deshidratación, y la inmovilidad que a menudo se dan en alta montaña. Su prevención es una buena hidratación, evitar la inmovilidad de las extremidades, y si existe algún factor coadyuvante que haga más proclive su aparición, heparina de bajo peso molecular vía subcutánea, en dosis similares a las que se emplean en la profilaxis en baja altura.
El descenso del oxígeno ambiental, el considerable esfuerzo físico que supone la escalada a elevadas cotas, y posiblemente cierto grado incipiente de edema cerebral pueden dar lugar a la aparición de transtornos del comportamiento que se manifiestan por alucinaciones que alteran la percepción de la realidad y el posible riesgo de la situación en que el montañero se encuentre. Las alucinaciones son a veces auditivas, y a veces visuales. Hay una gran incidencia de comportamientos paranoides, de depresión, de actitudes obsesivas, deterioro general de las funciones cerebrales superiores, retardo de los reflejos, disminución de la capacidad de reconocimiento de patrones, etc. En un grado menos peligroso, aparecen alteraciones del sueño, irritabilidad, angustia, actitudes hurañas y disminución de la vida de relación con los compañeros de escalada.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario