Atrofia de hipocampo y alcohol
Incluso pequeñas cantidades de alcohol pueden dañarlo: Los investigadores encontraron que los que bebían alcohol con regularidad mostraban un mayor encogimiento cerebral que los abstemios en la vejez. Los hallazgos sugieren que las directrices de consumo de alcohol de EE. UU. podrían ser demasiado liberales.
Las personas que consumen alcohol incluso en niveles moderados podrían observar que sus habilidades mentales decaen con mayor rapidez a medida que envejecen, sugiere un nuevo estudio.
Los investigadores encontraron que los que bebían alcohol con regularidad mostraban un mayor encogimiento cerebral que los abstemios en la vejez. También perdieron más "fluidez" lingüística, una medida de las habilidades de memoria y pensamiento.
Y los efectos se observaron incluso entre las personas que bebían de forma "moderada", unas cuatro a siete copas por semana, encontraron los investigadores.
Los hallazgos no demuestran que el alcohol fuera el responsable.
Pero los expertos dicen que amplían las evidencias de que un consumo moderado de alcohol no es tan saludable como a muchos les gusta pensar.
"Las personas deben mostrarse escépticas ante la idea de que en realidad es saludable, y tratar el alcohol con respeto", dijo Tim Stockwell, director del Centro de Investigación sobre las Adicciones de la Universidad de Victoria, en Columbia Británica, Canadá.
Stockwell, que no participó en este último estudio, ha realizado trabajos para examinar una idea popular: que beber en moderación es bueno para el corazón.
Muchos estudios han encontrado que las personas que beben de forma moderada tienden a tener unas tasas más bajas de enfermedad cardiaca que los bebedores empedernidos y que los abstemios.
Pero en su propia investigación en que analizó esos estudios, Stockwell y sus colaboradores han encontrado errores críticos. Por un lado, la definición de "abstemio" con frecuencia crea problemas. En muchos estudios, incluyó a ex bebedores que probablemente dejaran de beber por motivos de salud, mientras que, para empezar, las personas que siguieron bebiendo a medida que envejecían probablemente estuvieran en mejor estado de salud.
Y aunque el estudio más reciente no puede culpar al alcohol, evitó algunos de los fallos de otras investigaciones, dijo Stockwell.
"Midió los efectos acumulativos del alcohol a lo largo de toda la vida, con seis medidas del consumo de alcohol a lo largo de 30 años", señaló. "Esto evita en gran medida los tipos de sesgos que resaltamos en nuestra investigación".
Los hallazgos se publicaron el 6 de junio en la revista BMJ. Se basan en 550 adultos británicos que al inicio tenían una edad promedio de 43 años. A lo largo de los 30 años siguientes, reportaron su salud y hábitos de estilo de vida, aproximadamente cada cinco años. También recibieron pruebas estándar de memoria y otras habilidades mentales.
Hacia el final del estudio, se sometieron a RMN del cerebro.
El estudio encontró que, en general, las personas que consumían alcohol con regularidad mostraban una mayor atrofia en una región del cerebro llamada hipocampo, frente a los que habían sido bebedores ocasionales de forma constante o los abstemios.
El tamaño del hipocampo se vincula con la memoria, explicó la investigadora líder, la Dra. Anya Topiwala. La atrofia en esa región del cerebro es uno de los cambios tempranos que se observan en la enfermedad de Alzheimer, dijo.
"Pero la atrofia del hipocampo puede tener otros motivos", enfatizó Topiwala, profesora clínica de psiquiatría de la Universidad de Oxford, en Inglaterra.
Entonces, estos hallazgos en realidad no pueden mostrar si los bebedores se enfrentan a algún riesgo más alto de demencia, dijo.
El estudio encontró que, en general, los bebedores moderados tenían tres veces más probabilidades que los abstemios de mostrar unos niveles anómalos de atrofia en el hipocampo derecho.
Esto incluyó a personas que bebían en promedio de 14 a 21 "unidades" de alcohol cada semana. Eso equivale a más o menos de cuatro a seis pintas de cerveza, o de cinco a siete copas de vino, por semana, según el equipo de Topiwala.
De forma similar, los bebedores moderados y más empedernidos mostraron un declive más rápido en la fluidez lingüística a lo largo de los 30 años: una reducción de entre un 14 y un 17 por ciento más grande, frente a los abstemios.
La fluidez lingüística se midió mediante una prueba en que se pide a las personas que mencionen todas las palabras que comiencen por una letra que puedan en un minuto.
Topiwala dijo que no hubo evidencias de que unas cantidades más leves de alcohol "protegieran" al cerebro, en comparación con la abstinencia.
Por otro lado, el estudio encontró que los hábitos de consumo de alcohol de las personas no se vinculaban con su rendimiento en otras pruebas de agudeza mental, incluyendo la memoria a corto plazo.
Topiwala dijo que esto resultó sorprendente, dados los hallazgos sobre el tamaño del hipocampo.
Planteó que una posibilidad es que el hipocampo podría encogerse antes de que se presenten los problemas con la memoria a corto plazo y otras funciones mentales.
El año pasado, Reino Unido cambió sus directrices sobre los límites "seguros" de alcohol, basándose en evidencias que vinculan el consumo moderado de alcohol con ciertos tipos de cáncer. Ahora, el gobierno aconseja a los hombres y a las mujeres no beber más de 14 unidades por semana (por ejemplo, cinco copas de vino).
Las directrices de Estados Unidos siguen siendo más liberales. Se aconseja a las mujeres no consumir más de una bebida "estándar" al día, mientras que los hombres pueden tomar hasta dos al día.
Una bebida estándar incluye, por ejemplo, una cerveza de 12 onzas (35 centilitros) o una copa de 5 onzas (15 centilitros) de vino.
"Encontramos asociaciones nocivas con varias medidas cerebrales a esos niveles de consumo de alcohol dentro de las directrices de EE. UU.", advirtió Topiwala.
"Mi opinión personal es que las personas deberían sentir menos confianza de que beber en el límite superior de las directrices de EE. UU. sea 'seguro', y sería prudente reducir su consumo", añadió.
FUENTES: Anya Topiwala, BMBCh, DPhil., clinical lecturer, old age psychiatry, University of Oxford, U.K.; Tim Stockwell, Ph.D., director, Center for Addictions Research of BC, University of Victoria, British Columbia, Canada; June 6, 2017 BMJ
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